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¡Llega la primavera!...Y también las alergias!

La alergia no es una enfermedad de extrema gravedad, pero interfiere en la vida cotidiana de quien la padece. Aún no se ha establecido una cura, sin embargo, el tratamiento de las manifestaciones clínicas en cuanto aparecen constituye la ba.se del abordaje terapéutico de este problema tan común en la población general. La alergia es un problema de salud frecuente y un motivo común de consulta clínica. Cerca del 30% de la población americana general (aproximadamente 40 millones de personas), padece alguna de las formas clínicas.
Las alergias pueden desencadenar síntomas que se manifiestan en los ojos, la piel, el sistema digestivo y el respiratorio.
Una de las formas clínicas mas habituales de la alergia, la rinitis alérgica, es considerada por muchos como una afección trivial. Sin embargo, en la actualidad y a nivel mundial, tiene un gran impacto socioeconómico. La rinitis alérgica, el asma y la expresión cutánea de la alergia (dermatitis a tópica o eccema), figuran entre los 15 diagnósticos más frecuentes que se realizan durante una consulta médica.
El desarrollo de las enfermedades alérgicas estaría determinado por factores genéticos, lo que sugiere la existencia de una predisposición familiar o hereditaria para sufrir la enfermedad, y por factores del medioambiente. El riesgo de desarrollar una alergia parecería estar asociado con aspectos del estilo de vida, como la exposición a alérgenos (dentro y fuera del hogar), la dieta, la polución ambiental y el estrés psicológico. La gravedad de la alergia varía de persona a persona, y puede manifestarse como un proceso menor o una afección grave, denominada anafilaxia, que representa una emergencia médica y que requiere de un tratamiento imperioso.
Si bien las alergias son procesos que no tienen cura, existen una serie de tratamientos disponibles para aliviarlos síntomas alérgicos. De hecho, en los últimos años, la comprensión de los mecanismos que conducen a la aparición de las enfermedades alérgicas ha permitido desarrollar nuevos y mejores tratamientos para controlarías y prevenirlas.
DEFINICIÓN DE REACCIÓN ALÉRGICA
La alergia se define como una respuesta de hipersensibilidad que se desencadena por la exposición a distintas sustancias del medioambiente. El sistema inmunológico actúa como una compleja defensa del organismo contra las sustancias presentes en el aire, en los alimentos que se ingieren y en los objetos que se tocan. Muchos de estos elementos pueden actuar como alérgenos, sustancias capaces de provocar una reacción alérgica en una persona susceptible. El polen, los ácaros presentes en el polvo, el moho, la caspa y pelos de los animales y los excrementos de las cucarachas figuran enere los alérgenos más comunes. El primer contacto con los alérgenos provoca, en una persona susceptible, una serie de reacciones que conllevan a la producción de anticuerpos IgE (inmunoglobulinas) específicos contra dicho alérgeno. Esto explica en parte por qué algunas personas son alérgicas a la caspa o el pelo de los animales y no a otro tipo de alérgenos. La producción de IgE es un proceso muy complejo. La exposición a alérgenos conduce a la activación de células del sistema inmunitario, denominadas linfocitos T helper. Los linfocitos T heiper liberan sustancias (citocinas) que estimulan a otras células: los linfocitos B. Son estas células las productoras de las IgE. La producción cíe IgE específica, en respuesta a la exposición a alérgenos del medioambiente, se conoce como atopia. La atopia es un fenómeno que Alérgenos más comunes.
se encuentra determinado por factores genéticos y por influencias del medio-ambiente.
Las reacciones alérgicas son fenómenos complejos en los que participan distintas células y sustancias inflamatorias que actúan en diferentes tejidos del cuerpo.
Pero el proceso de la alergia no sólo depende de la IgE. En la alergia también participan células inflamatorias, principalmente mastocitos, que se encuentran en demasía en la nariz, los ojos, los pulmones y el sistema gastrointestinal. Frente a una segunda exposición a los alérgenos a los que la persona es sensible, estos se unen a la IgE específica, que se acopla a la vez a los mastocitos. Así, se liberan sustancias químicas que median el proceso inflamatorio de la alergia, como la histamina y los leuco-trienos. Estos mediadores de la inflamación son los responsables de los signos y síntomas de la enfermedad alérgica que, de forma característica, comienzan a aparecer dentro de la primera hora de la exposición a la sustancia desencadenante del fenómeno alérgico. Pero la reacción alérgica no termina ahí. Las sustancias químicas liberadas recluían a otras células inflamatorias para que se concentren en el sitio de inflamación, y esto provoca una respuesta inflamatoria aún mayor. El resultado es una exacerbación de los síntomas de la alergia que suele manifestarse dentro" de las 6 a 24 horas posteriores a la exposición al alérgeno.
LAS FORMAS CLÍNICAS Y LOS SIGNOS Y SÍNTOMAS DE LAS ALERGIAS
Las principales enfermedades alérgicas incluyen la rinitis alérgica o "fiebre del heno", la conjuntivitis alérgica, el asma, la alergia a los alimentos y a las picaduras de insectos, y la dermatitis alérgica. Entre los síntomas más comunes aparecen la secreción nasal (rinorrea), los estornudos y la congestión nasal (síntomas de la alergia de las vías aéreas superiores), la dificultad para respirar (disnea) y la aparición de silbidos en el pecho (síntomas de la alergia de las vías aéreas inferiores), y la picazón o prurito (síntoma cardinal de la alergia que afecta a los ojos y a la piel). Los signos de la alergia incluyen la inflamación de la mucosa nasal, el dolor a la palpación de los senos paranasales, la inflamación y el enrojecimiento de la conjuntiva ocular, y el engrosamiento y endurecimiento (liquenificación) de la piel. La dificultad para respirar y la disminución de la presión arterial (hipotensión) son signos de una reacción alérgica más grave, la anafilaxia. La forma en la que se manifiestan las enfermedades alérgicas se modifican a lo largo de la vida. Las alergias alimentarias y la dermatitis alérgica (eccema) son formas clínicas de las alergias que surgen con más frecuencia en la infancia o la niñez temprana, el asma y la rinitis tienden a aparecer en la edad escolar, y la rinitis estacional y la conjuntivitis son cuadros que se presentan con más frecuencia en adolescentes y adultos. Esto es lo que se ha dado en llamar "la marcha alérgica o atópica", que define la historia natural de las enfermedades alérgicas, su forma de inicio en las primeras etapas de la vida y su evolución y transformación a medida que transcurre el tiempo.
EL DIAGNÓSTICO DE LAS ENFERMEDADES ALÉRGICAS

El diagnóstico de las alergias depende principalmente de identificar la existencia de una respuesta alérgica. La identificación y comprensión del proceso alérgico resulta importante a la hora de elegir el tratamiento más adecuado para aliviar los síntomas de la alergia. Deben constatarse la aparición de los síntomas alérgicos en respuesta a la exposición a alérgenos y se debe determinar por otra parte, la presencia de IgE alérgeno-específica. Algunos datos a recabar incluyen la presencia de animales dentro del hogar, la exacerbación de síntomas durante la primavera y/o el otoño (épocas del año en las que es mayor la exposición al polen de los árboles), o la aparición o recrudecimiento de los síntomas luego de la exposición al polvo del hoga. entre otros. Por ejemplo, un individuo que comienza a manifestar síntomas de rinitis con el inicio de la primavera, puede que tenga cierta susceptibilidad a desarrollar los síntomas por exposición al polen de los árboles, con lo cual la identificación de IgE específica al polen confirma el diagnóstico de la alergia. De esto se desprende que la historia de exposición específica a alérgenos y el desarrollo de síntomas de la enfermedad juegan un rol esencial en el diagnóstico de la alergia. Pero los hallazgos clínicos de la enfermedad deben constatarse con otros estudios, como las pruebas cutáneas de sensibilidad a los alérgenos y el análisis de sangre que permiten identificar la presencia de IgE específica.

ASPECTOS GENERALES DEL TRATAMIENTO DE LA ALERGIA

El tratamiento adecuado de las alergias puede prevenir y modificar la historia natural de las enfermedades alérgicas. Para lograr el alivio, se requiere la determinación de los factores desencadenantes o "factores gatillo" y la combinación de estrategias de control ambiental, tendientes a evitar la exposición a los alérgenos, y la administración de agentes farmacológicos, que permitan aliviar los síntomas. La inmunoterapia, por otra parte, constituye también una opción de tratamiento de las alergias, cuando se indica de forma adecuada.
La evitación de los alérgenos continúa siendo la estrategia principal a considerar en el tratamiento de las personas con alergia. Por ejemplo, si una persona empieza a sentirse mal y comienza a inflamársele el labio o la lengua, o tiene dificultad para respirar luego de ingerir mariscos, es prudente que evite una nueva ingesta de este alimento en el futuro. Cuando los síntomas aparecen luego del contacto con animales domésticos, también debería evitarse el contacto con éstos y procurar que permanezcan fuera del hogar. Si bien parece simple, muchos alérgenos no pueden evitarse por completo, como ocurre con los contenidos en el polvo del hogar o el polen de los árboles. En estos casos, el reducir al mínimo la exposición puede tener beneficios terapéuticos positivos. En relación al tratamiento farmacológico, los tipos de agentes disponibles se emplean porque modifican la respuesta de las células inflamatorias que intervienen en el proceso alérgico o porque reducen la liberación de las sustancias químicas responsables de los síntomas de la enfermedad. Para tal fin, se emplean antihistamínicos, agentes estabilizadores de los mastocitos y antiinflamatorios, en particular los corticosteroides. Los antihistamínicos son agentes que bloquean los receptores de histamina y, de esta manera, interfieren en la acción de esta sustancia que tiene un rol fundamental en el desarrollo de la alergia y sus síntomas. Los antihistamínicos, bloqueantes de los receptores H,, son una herramienta fundamental del tratamiento de las alergias, ya que mejoran los síntomas de varias formas de alergia, por ejemplo la conjuntivitis, la rinitis alérgica y la alergia cutánea.
Los agentes estabilizadores de los mastocitos bloquean la liberación de mediadores inflamatorios por parte de estas células. Se emplean, por lo general, cuando otros fármacos como los antihistamínicos o los corticosteroides tópicos resultan ineficaces o no son bien tolerados.
Los corticosteroides pueden administrarse en forma intranasal u oral. Los corticosteroides orales se indican en las alergias severas, pero autolimitadas (por ejemplo en las exacerbaciones del asma o de la dermatitis atópica extendida no controlada), y en otras formas clínicas de las alergias, refractarias a otras medidas de control. Los antiinflamatorios no esteroides son fármacos que no suelen utilizarse en el tratamiento de los síntomas de las alergias, con la excepción del ketorolac tópico, que se emplea para la conjuntivitis alérgica. Los agentes modificadores de los leucotrienos se indican para el tratamiento del asma moderada persistente y de la rinitis alérgica estacional. Los anticuerpos anti-IgE están indicados en el tratamiento del asma moderada severa o persistente, refractaria a los tratamientos estándar. Otro aspecto importante del tratamiento de la alergia, que ha cobrado importancia en los últimos años, es la inmunoterapia. Consiste en la administración sistémica (parenteral) de una vacuna compuesta por la combinación de extractos de un alérgeno específico. Dicha administración se efectúa en forma reiterada para modificar los mecanismos de respuesta alérgica (producir un fenómeno de desensibilización) del individuo a los alérgenos.
LA ALERGIA, ¿PUEDE PREVENIRSE?
Si bien hay muchas conjeturas acerca de la influencia de la respuesta inmune en la infancia para reducir la probabilidad de sensibilización a los alérgenos y el desarrollo subsiguiente de enfermedad alérgica, no se han desarrollado aún medidas preventivas específicas y efectivas para evitarlo. Sin embargo, existe evidencia que avala las siguientes recomendaciones como efectivas en la prevención de la sensibilización al alérgeno y/o de la enfermedad alérgica, especialmente en niños que nacen de familias con alto riesgo para desarrollar alergias. En estos casos se recomienda:
• Lactancia materna exclusiva hasta los 4-6 meses de edad.
• Emplear fórmulas lácteas hidrolizadas en los bebés aue no pueden recibir lactancia materna. 
• Evitar el humo de cigarrillos.
La evitación de ciertos alimentos durante el embarazo y de la lactancia materna, no constituyen en sí medidas efectivas en la prevención del comienzo de la enfermedad alérgica, por lo que no se recomiendan. Exiten controversias sobre la efectividad de la evitación de los ácaros del polvo del hogar o de los animales durante la infancia con el fin de prevenir la sensibilización alérgica durante esa etapa de la vida. Hasta el momento no existen recomendaciones sobre este punto para considerar a estas iniciativas como preventivas.
CONCLUSIÓN
Las enfermedades alérgicas son afecciones que aparecen en la población general, que tienen un impacto significativo en la salud y con alta implicancia socioeconómica.
Se cree que las influencias del medio-ambiente, externas e internas, tienen un rol preponderante en el aumento de la prevalencia de las alergias en los últimos años. El diagnóstico adecuado es decisivo para iniciar el tratamiento pertinente. Dentro de las estrategias del tratamiento se incluyen el control de la exposición a los alérgenos ambientales, el manejo del estrés y la intervención precoz para modificar y readaptar el desequilibrio inmune que caracteriza a estas condiciones clínicas. •
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